Yo, presencia legendaria de tu mente, atrás vuelvo la vista, anhelando tu grata compañía, al no tener afán de reconquista, no tengo tu brutal anatomía.
¡Qué goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Se me torna celeste la mano, me contagio de otra poesía.
Y las rosas de olor, que pongo como ella las ponía, exaltan su color;
y los bellos cojines, que pongo como ella los ponía, florecen sus jardines;
Y si pongo mi mano -como ella la ponía- en el negro piano,
surge como en un piano muy lejano, más honda la diaria melodía.
¡Qué goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Me inclino a los cristales del balcón, con un gesto de ella
y parece que el pobre corazón no está solo.
Miro al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro y la estrella se funden en romántica armonía.
¡Qué goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Dolorido y con flores, voy, como un héroe de poesía mía.
Por los desiertos corredores que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso-¡oh! Ausencia hueca y fría-
y mis pisadas dejan resplandores.
Despacho de Juan Ramón Jiménez, Moguer. Huelva
EL VANGUARDISMO EN LA GENERACIÓN DE 1927
Los poetas de esta generación y sus antecesores -de Unamuno a Juan Ramón Jiménez- constituyen un conjunto de tal trascendencia que la crítica ha hablado de un “nuevo siglo de oro” de la poesía española. No es, desde luego, frecuente la aparición coetánea de tantas figuras importantes, todas con voz propia. Porque la afinidad generacional y, dentro de ella, la curiosa bipolaridad, tantas veces señalada (Salinas-Guillén, Lorca-Alberti, Aleixandre-Cernuda, Prados-Altolaguirre) es secundaria. Lo destacable es la personalidad de cada uno de estos poetas.
LA LITERATURA DE VANGUARDIA Y SU ÉPOCA
El grupo de 1927 aparece como consecuencia de una doble situación histórico literaria, la española y la europea, hacia 1920.
La poesía de Bécquerha sido leída, desde sus contemporáneos a los nuestros, como la simple expresión de un sentimiento, unas veces de dolor, otras de desengaño, a veces de un fugaz optimismo y de plena amargura. Esta forma de entenderla es pura ilusión.
Todas y cada una de las Rimas responden a una poética* cuidadosamente meditada que se va elaborando poco a poco y evoluciona a la vez que la evolución literaria del poeta. Desde los primeros pasos de influencia herreriana hasta la tendencia puramente clasicista, irá formándose en él una personalísima lengua poética que se anticipa tanto a la poesía simbolista francesa como a algunos aspectos del surrealismo, constituyéndose en el punto de partida de la lírica moderna.
*conjunto de reglas que pone en práctica un autor.
Es cierto que una primera lecturasugiere una sensación de inmediata sinceridad, y éste es precisamente uno de sus mayores aciertos: la reconocible humanidad y sencillez con que desarrolla sus ideas poéticas. Se trata de la “difícil facilidad” becqueriana, que redescubrieron los críticos y poetas del 27, esta claridad de la que hablaba en el siglo XVI Herrera y que le parecía tan necesaria a la poesía para capta al lector y, desde esta primera impresión, introducirle en las dificultades -la oscuridad- que contienen, en el fondo, los poemas.
Vamos a entrar, pues, en la “oscuridad” de Bécquer. En 1861 publica sus “Cartas literarias a una mujer” que es donde más sistematizadas se encuentran las claves de su teoría literaria. En él habla del futuro poeta que estaba empezando a ser, un poeta que se ha desnudado ya de las sonoridades coreadas por ninfas, náyades y pastores, de sus primeros pasos, (aunque nunca del neoplatonismo que las nutría), que ha leído al poeta alemán Heine con su influjo de las formas populares del “lied” germánico.
El poeta define a la poesía como “un acorde que se arranca de un arpa y se quedan las cuerdas vibrando como un zumbido armonioso”, estamos ante el mismo símbolo que desarrollará en una conocidísima rima “del salón en el ángulo oscuro”, que alguien ha definido como el poema de mayor influjo neoplatónico de la lírica española después de la “Oda a Salinas” de Fray Luis.
Lo que quiere decir Bécquer es que la poesía es el sentimiento (el acorde), la sensación que está en la realidad, y es la realidad desde el momento que está en ella.
De ahí su más que célebre “poesía eres tú”, donde la mujer asume el doble papel de que es ella, mujer y poesía a la vez.
La habanera era número obligado de todas las serenatas callejeras de aquellos días, y la mujer, personaje muy principal en cuantas fiestas o manifestaciones republicanas se celebraban en la ciudad. Recuerdo la música de aquel baile, todo lo bien que permite mi desastroso oído. La letra, de una deliciosa coherencia, decía así:
Republicana del alma mía: tú, que a las flores envidia das, ven, derribemos la Monarquía: de mis amores reina serás. La morenita que yo prefiero es una niña muy liberal; cuando la digo “por ti me muero”, responde: ” i Viva la libertad!”.
La Republicana, como se la llamó hasta su muerte, era una honrada cigarrera, llamada si yo no enmaraño los recuerdos- Agueda Montes, entusiasta por las glorias del gorro frigio y por los políticos que las encarnaba.
Laexaltación del yo, el individualismo y el subjetivismo en el arte. El hombre se interesa por su interior, se comienza a tomar el gusto individual y no a la belleza universal.
El héroe rebelde, idealista, inconformista y soñador.
Lamelancolía como reflejo de un quiebre interior.
Eldesengaño, los románticos rechazan su tiempo y sienten que la vida es injusta y fugaz.
Laevasióncomo medio de escape de esa vida de desencanto (por eso gustan de lo gótico, lo exótico y las ruinas medievales).
Lanaturaleza silvestre y hostil, ya no se escribe sobre la naturaleza domada del Neoclasicismo, sino sobre bosques, paisajes y montañas embravecidos (para el hombre romántico la naturaleza es un todo orgánico y vivo).
La libertad, en especial en las formas poéticas (el poeta ya no se ata a las rigurosas leyes de la métrica clásica).
Laoriginalidad es fundamental así como la creatividad frente a la literatura de imitación y estática del Neoclasicismo.
El amor y la muerte, el romántico aprecia el amor por el amor mismo pero también le recuerda la finitud de la vida y proximidad de la muerte.
El poeta es undemiurgo, es decir, es creador.
La obra inacabada e imperfecta es mejor que la obra cerrada y concluida.
…Pero estos sueños, según pasa el tiempo, se van haciendo más y más vaporosos. Como si se alejaran. Así son las perspectivas de la esperanza, cuanto mas nos acercamos al término de nuestra ambición, más distante parece el objeto deseado, porque no está en lo por venir, sino en lo pasado...
Flor Ka
El quitasol 1777 Oleo sobre lienzo 104 x 152 cm Madrid, Museo del Prado
La despedida
¡Deja que adiós te diga con los ojos,
ya que a decirlo niéganse mis labios!
¡La despedida es una cosa seria
aun para un hombre, como yo, templado!
Triste en el trance se nos hace, incluso
del amor la más dulce y tierna prueba;
frío se me antoja el beso de tu boca
floja tu mano, que la mía estrecha.
¡La caricia más leve, en otro tiempo
furtiva y volandera, me encantaba!
Era algo así cual la precoz violeta,
que en marzo en los jardines arrancaba.
Ya no más cortaré fragantes rosas
para con ellas coronar tu frente.
Frances, es primavera, pero otoño
para mí, por desgracia, será siempre.
Johann Wolfgang von Goethe, 1749-1832, poeta y dramaturgo alemán
El Romanticismo es, más que un movimiento artístico, cultural y literario, un dolor de la vida.
La flor delicada, que apenas existe una aurora,
tal vez largo tiempo al ambiente le deja su olor...
Mas, ¡ay!, que del alma las flores, que un día atesora,
muriendo marchitas no dejan perfume en redor.
La luz esplendente del astro fecundo del día
se apaga, y sus huellas aun forman hermoso arrebol...
Mas, ¡ay!, cuando al alma le llega su noche sombría,
¿qué guarda del fuego sagrado que ha sido su sol?
Se rompe, gastada, la cuerda del arpa armoniosa,
y aun su eco difunde en los aires fugaz vibración...
Mas todo es silencio profundo, de muerte espantosa,
si da un pecho amante el postrero tristísimo son...
Mas nada: ni noche, ni aurora, ni tarde indecisa
cambian del alma desierta la lúgubre faz...
A ella no llegan crepúsculo, aroma, ni brisa...,
a ella no brindan las sombras ensueños de paz.
Gertrudis Gómez de Avellaneda nació en Puerto Príncipe (Cuba) el 23 de marzo de 1814, hija de padre español y madre cubana, falleciendo en España en el año 1873. Bretón dijo de ella: “Es mucho hombre, esta mujer”.